lunes, 4 de agosto de 2008

Cuatro lustros & Masa de César Vallejo

Lagrimeante y sin interés observaba a través del vidrio empañado ¿el matiz unitario se dividía? Cada color optaba individualizarse, era confuso, era perturbador no caminar llevando encima el olor del tabaco, el dolor de puro y la sofocación de lo desesperanzador.

¿Existe una posibilidad?

Su padecimiento le es trivial a cual individuo tenga las fuerzas necesarias para levantarlo y al menos demostrar una blandura –utópica- o acaso nunca vieron a un paralítico sufrir.

¿Hay más?

Sería respondido con: ¿Qué soy? ¿Hacía dónde voy? ¿De dónde vengo? Nunca, pues, podrá satisfacer a aquel cormorán que espera el menor descuido, volar rápidamente bajo la gélida sensación de alta-mar y picotear cada inconveniente hasta hacerlo sangrar, cada insurrección frustrar, cada duda mal fundamentada, cada acierto inimaginable, cada sospecha venenosa, cada una de las pieles que muy bien servidas en la copa amarilla las bebería.

Ya no hay más cuando el exceso logra inmiscuirse dentro de la natural vacuidad de aquél, de aquélla, de Mengano y tal vez de Zutano, todos entran como ganado. Pero hay uno indómito que no necesariamente abastecido, muere.

¿Qué es morir?

Si nos inclinamos a la metafísica e hiciéramos de la fornicación una agonía, entonces los dos nos mereceríamos incubar nuestra naturaleza y con ella retar a los hedonistas, a ver… señores, ¿quién da más?
Pavlov mueve la cola, Skinner con la palmeta zigzagueante espera; el miedo y el amor son aprendidos, podría decirse y aplacar –lo que en muchos años se haya logrado- las conductas aún no pasadas por las manos de Popper –¿por qué siempre recurro a este terco?- Quizás tu extrañeza no se borre de allí y puedas responderme algún día. Y así no lo piense como tal ¿qué hago definiendo sectores? Si hasta hoy la gran revancha se hace pachamanca: los pragmáticos siempre apuñalando palabras tuyas y creencias mías, la carne de cualquier animal; los racionalistas empalando tus nostalgias con miras al cielo, siempre al cielo y las piedras calientes.
Acaso tendrá validez desdeñar a la afamada y difamada muerte o bajar la cabeza al mismo tiempo que la sotana ante un libro grueso o un cuerpo grueso.
Los hombres nacen suaves y flexibles; en la muerte, rígidos y duros para el claroscuro horizonte del medio… (ni más ni menos, metáfora, la idea planeada está).
Lao Tzu, un chinito chancón que se esforzó por fundar el taoísmo en el siglo III a.C. ¿antes de quién? De Cristo ¿el que vive en el quinto piso, el que atiende en la bodega o el que escribe cuentos infantiles? Bueno, sólo me lo dijeron mas no pudieron mencionarme detalles algunos, sólo los memoricé. O sea, no hay nada en esto nuevamente.

No hay duda que duele –lo aprendido-, a lo que se dice calvario, lo que noche a noche no deja dormir y siento como si tus manos rozaran los dedos de mis pies, por más pastillas, cápsulas o sustancia envuelta para dormir ingiera luego las tenga obturadas en el esófago y no puedan cumplir tu misión, sea el que se asfixie tu alma. ¿Por qué no morir rápido? Que meterse a un caracol y salir con una “e” en la frente, empalideces y dejo de narrar cómo caíste del abismo sin aire en algunos casos, pasarla de Pablo Ibbieta, la chica Frank, el Arcadio maniatado a su propia misión en pleno florecer, Van Gogh y sus tiros al aire, muchos e infinitos más que actualmente ya no podrían existir, tal vez existiendo; sin embargo, de los que mejor saber son el mono tití con la bandera de las trece estrellas, sí, ése, el que sigue vivito y coleando, un Pinocho que se fumó la pipa de Allende –mejor no mencionar o patentan la papa a la huancaína-, al que imitas los bigotes (la escoria)… creo que algunas connotaciones también, más claro, vas, abres tus periódico y al menos al mes alguien murió en medio oriente ¿acaso podrán hacer censo después que finalice esa llamada guerra santa? No me queda más que renunciar al cargo de consultor conchudo que durante veinte años cansó, así que pasa que habrá otra persona en este banco, esperando dialogar con la nada que pasa día a día.


MASA

España, aparta de mí este cáliz - César Vallejo

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombrey
le dijo: "No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
"No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: "Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar.

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