domingo, 10 de mayo de 2009

A day in Limabows

Un pronóstico del clima favorable compuso mis ánimos ya que deseaba mucho poder disfrutar mi día de descanso. La luz se filtraba por todas las oquedades del departamento de mi tía. Sospechaba que ese candor traería muchas sorpresas y así fue; Julio, mi mejor amigo desde el primer año del colegio, me pasaba la voz desde el pasadizo, la interminable conversación –como era costumbre – se interrumpió cuando Stephanye, amiga de la universidad, me llamó para confirmarme la salida que teníamos acordada hace una semana, no se me ocurrió mejor que preguntar a Julio si deseaba unirse. Con ese desdén tan característico nos dirigimos a Breña cruzando casi todos los semáforos de la avenida Brasil en luz ámbar como la tarde que surtía de anaranjado a los vidrios bruñidos de los ómnibus.
A una cuadra de llegar, Stephanye nos hacía notar su sorpresa al ver a Julio con los ojos bien abiertos. Les presenté y comenzamos a planear adonde ir, o ver La teta asustada o pasear por el Parque de la Reserva. Mientras caminábamos por la avenida Arica íbamos resolviendo hacia dónde ir, optamos por lo más barato: tomar un carro que vaya por la avenida Arequipa y pagar sólo cuatro soles para ingresar a lo desconocido. Julio sólo imaginaba por comentarios lo que eran los juegos de agua dentro del Parque de la Reserva, Stephanye seguía asombrada a todo y yo trataba de acomodarme a la expectativa de ambos.
Lo primero que hice fue sacar mi cámara de fotos ante la primera pileta que al son de Para Elisa de
Beethoven hacía del agua su mejor aliado, dándole movimientos oscilantes mientras nos dejaba boquiabiertos. Deseaba salir con los dos en la toma, vi a una policía cerca hasta que se me ocurrió comentar “hay que decirle a la tomba” –poniéndole un énfasis despectivo a “tomba”–, ella giró y a los tres las mejillas se nos llenó de rubor y aceleramos el paso a buscar mejores ángulos para posar.
Continuamos el paseo solo viendo hasta llegar a la zona donde el observador tiene que interactuar con los juegos de agua, no imaginábamos algo así, cerca habían unos vestidores, entonces dudábamos para entrar, sin embargo, preferimos arriesgarnos, Julio se quedó con los bolsos para que Stephanye y yo nos adentremos a tal juego de movimientos intempestivos de agua. Ya en la circunferencia tenía que esperar a que algunos chorros de agua cesen para continuar y llegar al centro. Vi que Stephanye me ganaba, la empujé para que se moje, pero en el momento más inesperado tenía el cuello rodeado de sus manos hasta que nos cayeron varios chorros de agua a la vez y comenzamos a mojarnos, sonó un pito y ella dijo “otra vez la tomba” –con el mismo acento que le puse al comienzo–, salimos saltando mientras Julio se iba apartando sonrojado otra vez.


Los arreboles nos cubrían y parecía que el día mediante los colores formaban las mejores metáforas para nuestras emociones, había sido fascinante luego esperar el momento que la oscuridad se asome y prendiesen las luces que le dieron al parque ese multicolor atractivo como lo es Lima con su gente.

1 comentarios:

Stefy dijo...

wow!! de verdad pusiste esta pequeña crónica de un día wow!!

Está superrrrr!!!!

=) ojalá haya más días asi y con más amigos todavía xD

chaooooooooo :E

tqm petitoo

PD: esa fotooo xD (y)

Mi vicio...

¿Jugamos Ping-pong?