sábado, 2 de febrero de 2008

Los tres


Salía del colegio con un placer reflexivo, pues todos los sábados eran los días de gozo asistiendo a los cursos de Filosofía con una menuda profesora progresista y Psicología con un estoico profesor, avanzaba mientras observaba cómo un manto acentuado al rojo decoraba el cielo, haciendo nacer por primera vez un sosiego medianamente rico. Esperaba a la hora acordada en la semana, cuatro de la tarde, pero si eran las dos y media aún… tal vez tuve que ignorar de la desconfianza inútil que en ese momento me poseyó; la caza, fue fructífera cuando ya me encontraba con la red en la mano hasta escuchar a los vientos hacer el sonido: tal vez la espera realmente merece ser experiencia para luego armar un sinfín de hechos, así desees cambiar el destino, él te conducirá por lo que tu corazón realmente hará. Quedé quieto con miras a retornar con la cabeza llena de más aditamentos para la concepción de la nueva materia. Caminé, caminé y caminé y regresé a la intersección de huellas. Me posicionaba contra el norte, el sol emitía sus rezagos contra el lado derecho de la calle perpendicular al este, lugar para luego ser nombrado el X & Y, un vidrio traspasaba entre las oquedades por donde la luz permite buscar lo que no buscas. Llegó, escuché mi nombre, retumbé ante su voz y me deshice en silencio. Regresaba a casa algo abochornado del verano limeño y sus asperezas, nuevamente las cuatro de la tarde se posicionaba en aquel reloj del tres, sin embargo, me encontraba relativamente lejos, tomé un teléfono público cercano y volví a retumbar ante su voz y me deshice a sólo responder con vagos sonidos afirmativos, casi o totalmente sumergido en el bosquejo de palabras, imágenes, ojos y vida. El sol se expandía ante las oleadas hechas de nubes cúmulo al oeste, esta vez no había precisión, sólo avanzar hasta donde pudiese a cuantos kilómetros el destino me dejaba llegar. La más grande odisea que haya podido vivir, dejando a mi Penélope trabajando en ausencia de lana. Polvo, adobe, casas de cristales enceguecidos por la contraluz, luz artificial, nostalgia de incoherencias –el camino puede ser así– como lo que sospechaba conocer mientras palpaba la expectativa del neoconocimiento, cuando sentí, dejaba las cáscaras del huevo para aventurarme a algo meramente utópico desde hace tres años antes de ese mismo año. Desembarcando sin pesca, ni voto, a las seis y cuarenta y cinto sé que vivo ahí, muchas veces podría volver por pasajes externos, pero aún sintiendo que algo está ahí, algo más que un alguien ¿un hado? (...) Volteando en la ya oscuridad de la gran carretera, vi su rostro junto a aquella señal de despedida, anunciándome sin presagio alguno, el retorno del futuro no real.
Mientras siga lloviznando en esta ciudad, tengo presente que volverá o me tocará volver para nuevamente dar vueltas en las grandes calles que no tienen final.

De una necesidad inmanente al ser humando, tuve que correr, sin saber lo que me esperaba, iba con prisa, sin tener premonición alguna de que la apuesta podría darme otro acierto. En rojos momentos fue cuando observé cada momento en el partir al embelesamiento hasta el enamoramiento sexual. Desde la obsesión apremiante de las tres primeras veces hasta las angustias temperamentales de las últimas; pasaron las noches y las amanecidas como las piedras frágiles el río se las ha de llevar para ponerlas en otro cauce.
Pude sentir una consecución de suertes y entregas al vacío, no todas las veces tenemos que llevarnos el premio gordo, muchas veces el premio gordo empacha y decidimos volver a apostarlo en un nuevo juego de donde podría preguntarme ¿habrá el “siempre”? Me lo han respondido desde diferentes puntos de vista, edades y tierras; atino a responderme: dedícate a vivir para cuando seas viejo podrás dar tu propia respuesta.
Cuando parado me encontraba en el umbral del paraíso, de curioso atisbé a darle una vista temerosa, decidí salir porque comprendí que aún tengo muchas cosas antes para entrar. Un negocio limpio de la corrosión de los años, sólo han pasado tres, para esta pequeña conmemoración, llegué a entender que muchas veces podría soñar con la realidad más fría que el mismo cemento, pero cuando fui a entender que la amistad vale indefiniblemente en grados de perspectivas y que eso se va haciendo tan preciado día a día, estos tres años lo tuve, sé que hay para más tres años. Aunque me adelante y retrase: gracias por todo a ustedes tres por estos tres.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

-Ni me pongas naa de lontananzas ni naa.
-Ok
Ok. Pero hay que tolerar aquellos juramentos que tienen derecho a romperse cuando estás escuchando por sesquicentésima vez a Cold Play pensando.

T.-

"Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones de bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en Punto de la tarde" (G.G.L.).
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!

Literato. No se necesita saber de que se trata para entenderlo. No es que elogie su inteligibilidad, sino que critico cualquier inercia oscurantista a "posteriori" a tus dos décadas.

Este es el lugar donde se hubieran pergeñado reflexiones que, como las anteriores, no debieron ser...y acaso no lo sean.


El alcalde de Lima adivinó que nunca más se necesitaría y mandó sacar de cuajo la banca del Jr. Camaná, frente al Británico. Pero hay un arbusto, en el mismo lugar, que sigue dando una tenue sombra. Todavía.

Anónimo dijo...

Gracias también a ti por regalarnos estos textos tan bien construídos y llenos de sensibilidad.
Te dejé un regalito en mi blog para El PoeDiario y también te he linkeado en el apartado de "Blogs con temática gay". Muchas gracias por incluirme en tus links y por tu participación.
Besos arco iris y buen inicio de semana!!

Tony dijo...

Anónimo: Has roto tu promesa porque lo quisiste y no me opongo a eso, somos libres de escribir, sentir, hacer o decir. Vamos ya en rumbos distintos. Suerte en sus demás años.

Milagros Sánchez: Es un pequeño texto que se me dio por hacerlo, tal vez de una necesidad de celebración. Ahora voy para tu blog. ¡Saludos!

Mi vicio...

¿Jugamos Ping-pong?