lunes, 12 de mayo de 2008

La cura ha llegado

En cuarenta días culminarán los seis meses agónicos entre dietas y cuarentenas compungidas contra el estatus de afecto necesitado después del delirio asintomático.

Los sentimientos de culpa –paradójicos ante los grandes pilares del buen pensar– han carcomido buena parte del alma, no se niega a negarse en una absurda conjunción de silogismos contra sí mismo pues siempre le sigue el sosiego momentáneo (gran salvavidas para las inundaciones en el norte y centro).

Desenvuelto en reiterar: ya no tengo miedo. Cuando aún sus manos cubren sus ojos y trémulo se percibe hasta aquí todo su cuerpo. Sin embargo, reiteramos: ya no tengo miedo. Esta parte confusa sin principios para algún fin que en algún momento ha de transformarse en ficción, eso lo sabe.

El pañuelo está más desgastado que los Jorge Chávez, Barrenecheas, Valdelomares (colegas del ambiente… literal), Basadres –nunca toques Santa Rosas me decía un colaborador antilaboral– y no por el llanto propio porque sino se le bajan las defensas, sino por tantas veces despedir a tales personajes a cada momento. Duele –¿a quién? – A mí porque no soy Diógenes ni pretendo ser la figurita humilde del álbum escolar.

La forma es la descripción de la materia pero cuando ésta es cambiada, la esencia se ve recurrir engañosamente a la quinta, aquélla, que día a día nos aleja y nos acerca en blancos sueños y negros despertares de la enferma enfermedad.

Un vespertino susurro asecha por entre nuestras piernas y el amarillo sol ha de habernos devorado con sus rayos amarillos, parece que el regocijo dado se ha hecho en pieza fundamental a la desesperación del tiempo circular. No hay final, ni comienzo…


Rabbit in your headlights - Unkle

1 comentarios:

Laura dijo...

Pásate por nuestro blog y te llevaras una sorpresa agradable.
Te mandamos besos felices y nos alegramos de tu feliz retorno al mundo bloggers.

Mi vicio...

¿Jugamos Ping-pong?