El ómnibus se detuvo en medio de la carretera para que nosotros bajáremos a almorzar en uno de los restaurantes eventuales que siempre surgen en los lados laterales.
Cargado del sopor provocado por la pastilla que ingerí… iba detrás de mis amigos de la universidad que buscaban algo apetecible (como galletas de Sayón, Kola Inglesa, Queques y Tampico), pero nada nos animó así que decidimos probar algo de la carta (como arroz a la cubana, tallarines rojos, estofado, etc.) y nuevamente pensaba en la rápida variación con que podemos cambiar nuestro entorno ya que un día antes nos empachábamos comiendo en McDonald’s. Al salir, Julissa sorprendida me pasa la voz porque tenía demasiada legaña en el ojo derecho, me sobé con la mano y sentí un dolor punzante. Un dolor efímero después de todo.
Recostado, en marcha, arrellanado y mirando de reojo el paisaje tras los vidrios creo me quedé dormido. Cuando llegué a la casa de mis abuelos lo único en lo que pensé fue dormir, tiré mi maleta y me sumergí en más sueños. En la madrugada desperté porque ya mi cuerpo había dormido lo suficiente, fui a tomar un vaso de agua, prendí la luz para leer, pero no podía hacerlo –qué tenía en el ojo derecho–, busqué un espejo por cada uno de los lados del cuarto, no encontraba algo (al menos para reflejarme) hasta que me llevé la mano y algo viscoso se me impregnó, un pánico se me apoderó mientras el ojo izquierdo se veía contagiada por esa masa medio acuosa.
Perdí la vista. Perdí todo.
Busqué un poco de agua para limpiarme esa mucosidad, en tanto chocaba con cualquier objeto que se me cruzaba, caía reiteradamente, mis movimientos más torpes se lucieron. Ya en el caño pude quitarme parte de esa mascarilla, vi el agua teñida de rojo y el ojo colgándome hasta que cae y se va a la velocidad del agua por la tubería. Mi cabeza se enfriaba al contacto con el piso mientras mi rostro se terminaba de cubrir de una costra.
miércoles, 8 de julio de 2009
Cuando desperté tuve que esperar unos días para ir al oftalmólogo y echarme unas gotas en el ojo para que me baje la inflamación. No sé si soñé, o quisiera que ahora esto fuese un sueño debido a que es intolerable el dolor constante en esa zona. ¿Realmente perderé el ojo? O quedaré destinado a vivir en un sueño paralelo, en donde estoy perdiendo cada día más.
Foto: Broken eye de Joelk75 /Flickr.com
Temas: relatos
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