jueves, 30 de julio de 2009

Mañana

Cuatro de la mañana. El ojo izquierdo parpadeó un aroma cargado de alcohol fue lo primero que percibí. Giré hacia la derecha y me topé con una extensa lámina de piel. Saqué la lengua y lamí: seguía adormecido.

Seis de la mañana. Un cosquilleo en el abdomen me turbó y revolcó mi excitación en las cumbres del frío. No quise abrir los ojos porque la flojera pesaba más: fui un muñeco de trapo otra vez.

Ocho de la mañana. Mi pecho me advirtió una necesidad de calor ya que era arrasado por corrientes de aire gélido. Al cubrirme sentí las manos melosas y los labios no se salvaban: un susurro soporífero me indujo a navegar en el icástico sueño.

Diez de la mañana. La cabeza sobre un columpio iba, todo me parecía oscilar. La boca la tenía como la del Guasón y un ligero dolor me incomodaba. Abrí los ojos: una mirada empaladota atravesaba hasta el último instante que quedé inconciente.

Doce del medio día:

-Ya es hora.
-Ummm…
-Ya es hora.
-Ummm…
-Vamos a seguir durmiendo.

Escribí.

Ven las veces que tu voz
me ahogue
y
tus brazos se debiliten.

Vete los días que tu cuerpo
atardezca
y
tu ausencia sea hambruna.

Regresar con los años que perdure
el sonido de tus pasos hacia delante
y
tú seas el silencio acompañante por las noches.

Y todo el día festejé el discurso de Alan García, los 188 años de independencia de mi país, los tres meses de la falta de cordura y una despedida próxima.

2 comentarios:

Yahuan dijo...

Las mañanas son para dormir y las noches, que son más frescas y despejan, para vivir, ¿no?

Tony dijo...

Mientras no sean con tacos, sí.

Gracias por el comentario.

Mi vicio...

¿Jugamos Ping-pong?